Los invernaderos, diseñados para proteger y fomentar el crecimiento de cultivos sensibles, son particularmente vulnerables a los daños causados por tormentas severas. El granizo puede perforar las cubiertas de plástico o vidrio, mientras que los vientos fuertes pueden comprometer la integridad estructural de estas instalaciones. Las reparaciones necesarias tras estos eventos pueden ser costosas y llevar tiempo, afectando directamente la producción y los ingresos de los agricultores.

Argentina es conocida por la intensidad de sus tormentas, especialmente en las regiones del centro y noreste del país. Según estudios de la NASA, las tormentas más fuertes del mundo ocurren en Argentina, concretamente al este de la Cordillera de los Andes.

Estas tormentas severas pueden incluir fenómenos como granizo, vientos intensos y lluvias torrenciales, que representan una amenaza significativa para las estructuras agrícolas, especialmente los invernaderos y viveros.

Las tormentas severas en Argentina no solo representan un riesgo físico para las estructuras de los invernaderos, sino que también conllevan consecuencias económicas significativas para los productores agrícolas. Los daños estructurales pueden requerir reparaciones costosas y, en casos extremos, la reconstrucción total de las instalaciones. Además, la interrupción de las actividades productivas durante y después de las tormentas puede resultar en pérdidas de cultivos y retrasos en la comercialización, afectando directamente los ingresos de los agricultores. Estas pérdidas económicas pueden ser devastadoras, especialmente para pequeños y medianos productores que dependen en gran medida de la estabilidad de sus operaciones agrícolas.

Los invernaderos, a pesar de estar diseñados para proteger los cultivos de condiciones climáticas adversas, son altamente vulnerables a los incendios. La combinación de materiales inflamables utilizados en su construcción, como plásticos y maderas, junto con la presencia de vegetación seca, crea un entorno propenso a la propagación rápida del fuego. Un incendio puede iniciarse por diversas causas, como fallos eléctricos, maquinaria defectuosa o incluso prácticas agrícolas inseguras. Una vez desatado, el fuego puede consumir rápidamente la estructura del invernadero y los cultivos en su interior, resultando en pérdidas catastróficas para el productor.